Llegan voces
El cielo vacía la mar en el río
turbulento, los ojos y las aguas
remo en la chalana de Mateo.
Fugitiva va la escarcha,
la palabra, los durmientes de los muelles.
Van las sombras temblorosas,
va la carta del abuelo,
va la manta de Rosario,
el piano de las niñas de Faguara
Van suspiros, partituras, zapatitos treinta y cinco.
Los ladrillos bien oreados
que cortamos en verano.
Van las aspas y va el molino y va el viento
la muñeca de Isabela y los libros
que trocamos uno a uno, con Francisco
por el dulce de durazno, uno a uno.
Va la vaca y la rama del almendro con más flores, ayer noche.
Van en aguas y calzones que bordamos
con la abuela este invierno y las lágrimas y la leña cortadita.
Las pastillas para el vientre y las fotos de Montalto.
Van flotando. Voy remando.
Y va un niño abrazándose a sus muertos.
El ajuar de Carmencita, más los bucles de Pascual.
El espejo, el relincho y la alfalfa
y mi caballo. Mi caballo
Y va el agua de mi sangre
y va el rostro de mi niña aún no parida.
Va el sauce encendiéndose en la noche
y la noche, y mi lámpara
y las aguas, amansándose en su cuenco.
Aún, remo.